Мир Вам! Paz a Vosotros!

Пресвятая Богородице, спаси нас!

Santísima Madre de Dios, salvanos!


Este es el Sitio Oficial de la Misión Ortodoxosa Rusa "Icono de Vladimir"

Sean Bienvenidos!

EPISTOLA DE NATIVIDAD

Del Presidente del Sínodo de Obispos
de la Iglesia Verdadero-Ortodoxa Rusa,

Arzobispo de Omsk y Siberia

TIKHON




¡Cristo Ha Nacido - Glorificadle!


Amados en el Señor, padres, hermanos y hermanas.

 
Cuando cayeron Adán y Eva, al ser inducidos por la serpiente, Dios los expulsó del Paraíso y pronunció una maldición que aun nos atemoriza a todos. Posiblemente, cada quien, que sea introducido por primera vez en esta historia, se afligirá verdaderamente y exclamará en su corazón: ¿Qué habéis hecho? ¿Por qué os habéis privado a sí mismos, y a todos nosotros, de las beatitudes del paraíso? La maldición del Señor fue justa, porque de hecho, Él les había advertido acerca de la muerte - y ellos murieron y condenaron a muerte a su descendencia - la muerte luego de la muerte corporal, es muerte, es decir, es permanencia en el infierno, en vez del Paraíso, luego que el alma se separa del cuerpo. Adán y Eva han conseguido aquello que han merecido, aquello que les había sido advertido. Y así como es inevitable no lamentarnos al leer la historia de la primera caída, del mismo modo, jamás nadie podría cuestionar que Dios no haya sido justo con ellos.

Sin embargo, el Señor no es solo el origen de la Justicia, Él es el origen de la Verdad, y la verdad es mayor que la justicia. Él jamás ha obrado simplemente por justicia, no se detiene en esto, por causa de la Verdad - no en la retribución del  “ojo por ojo y diente por diente”, - tal como fue para el pueblo del Antiguo Testamento. La Verdad yace en misericordia. Y el Señor Misericordioso, al expulsar a Adán y Eva, les ha dado la esperanza de retornar al Paraíso – al prometer que de la descendencia de Eva nacería Uno, Quien vencería a la serpiente y haría retornar al hombre a la vida eterna. Con esta promesa los israelitas han vivido muchos siglos. Y hoy celebramos este acontecimiento, la realización de la promesa tan largamente esperada, el cumplimiento de la Misericordia Divina hacia el hombre, su Amor que todo perdona, que es superior cien veces a toda justicia - ¡El acontecimiento de la Natividad de Cristo! Al prometer el nacimiento de Cristo Niño, el Señor ha actuado como si hubiera obstaculizado al justo castigo, pero esto debe entenderse sólo "como si", porque todas sus obras son siempre cumplimentadas en el amor, cual esta siempre pronto a perdonar, y confiar en aquel que ama. El Señor ama al hombre - y por eso, siempre le da la posibilidad de corregirse y  de regenerarse a la bienaventuranza y semejanza divina de antaño.

Y he aquí ¡Cristo sobre la tierra! ¡Cristo en medio del pueblo, la promesa ha sido cumplida! El pueblo que había esperado tanto tiempo, al fin, con sus propios ojos ha podido ver el cumplimiento de las profecía y darse cuenta que el Padre Celestial les esta dando la posibilidad de ascender al lugar de  la filiación prístina - hacerse hijos del Padre. ¿Pero qué sucedió? ¡Que espanto! Ha sido visto que muchos del género humano, no sólo no han recibido a su Señor, y no sólo han expulsado al Niño Dios Recién Nacido, desde los primeros días de su vida, pero durante toda su vida  lo acusarán como impostor, engañador, y hasta como transgresor de los Mandamientos Divinos, y finalmente, lo mataran, al sufrir una muerte lenta y dolorosa… un espanto semejante, que aun una criatura inanimada de Dios, como es el Sol, no ha podido contemplar, y prefirió eclipsarse.

¿Conocía el Señor que así sería? ¿Conocía acerca de qué muerte terrible esperaba a su Hijo, cuando lo enviaba a la tierra? Por supuesto, lo sabía, aunque no dijo nada de esto a Adán y Eva. Solo les prometió las bondades del Mesías.

Lo sabía, más cumplió la promesa, más envío a Cristo a la tierra. ¿Para que? Para este pequeño puñado de gente, que ha reconocido en Él al Cristo, lo ha recibido y se compadecía de sus sufrimientos, se compadecía tan profundamente, tan sinceramente, que han sido completamente regenerados internamente luego de la pasión de Cristo y -  verdaderamente han recuperado la semejanza divina de antiguo. “Cristo nace levantando la imagen que había caído desde antaño”, -  nosotros cantamos hoy con respecto a este motivo. ¿Ellos han sido muchos? Comparando con toda la población de la tierra, un numero insignificante. Pero éstos pocos, como el grano de mostaza, que al crecer y convertirse en un poderoso y frondoso árbol, han diseminado la fe de Cristo por toda la tierra. Ellos fueron los suficientes como para transformar el mundo. Y, a pesar de la muerte de Jesús, el Señor creyó que entre sus infortunados hijos existiría éste puñado de fieles - y ellos serían dignos de su Confianza. Por eso, Cristo ha nacido hoy, por eso, Él esta con nosotros, por eso sentimos su Invisible Presencia en la tierra, su Amor y Calor, en nuestros corazones.

¡Hermanos y hermanas! Existe la Providencia Divina para cada uno de nosotros, a todos, el Señor desea ver entre sus amados hijos. Él espera, sinceramente y  pacientemente, la regeneración y la santidad de cada uno de nosotros – así como, sinceramente, los padres esperan la corrección de sus hijos, cuando aquellos se comportan de manera inapropiada. Él confía en nosotros, incluso en el momento de nuestras caídas. Él nos cree, cuando nos arrepentimos y prometemos no volver a pecar. Él conoce al enemigo, quien nos tienta, y no cree en sus calumnias, no acepta su testimonio contra nuestra desesperanza. Si no fuera así, si Él obraba rigurosamente de acuerdo a la justicia y nos castigara por nuestras transgresiones, como corresponde a la ley, - Ay de aquellos sobre la tierra, porque cada día pecamos y caemos, a veces nuestros pecados merecen castigo. Pero el Señor, aun ante pecados graves, es paciente - ¿Se reformará el hombre? ¿Estimará su Longanimidad y Amor? ¿Se acordará de su Benevolencia y retornará al Padre? Es paciente, porque nos ama.

Cuando pensáis en esto ¡Cómo deseáis ser dignos de la confianza de Dios! ¡Cómo deseáis evitar el pecado, la complacencia de la pereza, el orgullo, las pasiones! Cómo deseáis siempre, tener en la mente y el corazón al Padre Celestial, que, en contra de la justicia, nos ama y espera de nosotros arrepentimiento y crecimiento espiritual. Él trasciende la justicia, por misericordia - y confía en nosotros, aun, cuando esto pareciera imposible. Y aún, cuando nos parece imposible corregirnos, renunciar a cierto pecado, cesar de hacer tal o cual acción, cuando pensamos que la hazaña (“podvig”) del crecimiento espiritual es demasiada pesada para nosotros y no la podemos soportar, - franquearemos este falso, muy miserable, engaño de nuestro enemigo. El Señor ama, a pesar de todo, espera, a pesar de todo, perdona, a pesar de todo. A veces su Misericordia es digna de asombro, a veces esperamos la justa retribución - y no la recibimos. Así los hermanos de José el Hermoso, habiendo reconocido en el administrador de Egipto a su hermano, a quien ellos habían traicionado y vendido, tuvieron miedo de mirarle y esperaron un terrible castigo - pero él  lloró de la alegría por verlos, y los abrazó. Así es como el Señor nos perdona y abraza, porque es infinito, infinitamente espera nuestra corrección. José también ha esperado corrección, sus hermanos se arrepintieron, y él los colmó de bienes. ¿Hasta siempre esperará el Señor nuestra corrección?

¡Hermanos y hermanas! Recordemos, más a menudo, las ocasiones en hemos recibido la misericordia de Dios, las ocasiones, cuando nuestro prójimo nos ha perdonado, cuando no recibimos el castigo que merecíamos. De hecho, todos nosotros caemos, no hay persona que no haya pecado: desde el laico hasta el obispo. Apreciemos la Misericordia de Dios, su Longanimidad y Clemencia, pues con la Encarnación Divina comenzó nuestra redención, cual nos ha convertido de hijos mortales de Adán, a hijos inmortales de Dios, herederos del Eterno Reino Celestial de Cristo, pues a través de la Natividad de Cristo, se ha abierto verdaderamente, para la humanidad, una ventana hacia la eternidad.

Apreciemos su Infinita Confianza hacia nosotros, trataremos de ser dignos de ella, y estemos siempre preparados para la regeneración y el crecimiento espiritual. Estemos  dispuestos a perdonar y creer siempre en aquel que ha pecado, que el hombre es capaz de reconocer todo, y corregirse. Tengamos en mente esto, principalmente hoy, cuando la promesa de Dios es cumplida, y su Misericordia supera toda comprensión humana, porque ¡Cristo nace hoy!


¡Cristo ha Nacido - Recibidle!



+ Tikhon

Por la Misericordia de Dios, Arzobispo de Omsk y Siberia


25 de diciembre de 2012/ 7 de enero de 2013