Мир Вам! Paz a Vosotros!

Пресвятая Богородице, спаси нас!

Santísima Madre de Dios, salvanos!


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Sean Bienvenidos!

EPISTOLA DE NATIVIDAD



de Su Eminencia Tikhon, Arzobispo de Omsk y Siberia

A Todos los Fieles Hijos de la Iglesia Verdadero-Ortodoxa Rusa, que moran en la Patria y en el Extranjero.

Queridos en el Señor, Compañeros Archipastores, Devotos Pastores, Estrictísimos Monjes, y Piadoso Rebaño de la Iglesia Verdadero-Ortodoxa Rusa, felicito a todos vosotros por la Festividad de la Natividad del Divino Niño Jesucristo.

Hoy somos testigos de un Extraño Misterio, realmente sorprendente - El Eterno Ser ha sido encarnado ahora, toma nuestra carne para hacernos partícipes de su Gloria, para darnos su Espíritu, para santificarnos, nos concede su Espíritu para salvarnos.

Glorifiquemos la santa celebración de la presente festividad, porque hoy es demolido el yugo de la antigua esclavitud, los demonios son arrojados a confusión, la muerte es destruida, las puertas del paraíso han sido abiertas, es abolido todo juramento, es vencido el pecado - la Vida Celestial ha descendido sobre la tierra, porque el Mismo Dios ha descendido sobre la tierra, más el hombre es elevado al Cielo. Dios se hizo hombre, sin dejar de ser Dios Mismo, el pesebre ha contenido a Aquel, a Quien el cielo no puede comprehender, le es dado el mismo sustento que recibe toda carne, por medio de leche de la Virgen, el Padre del Siglo Venidero es cargado en los brazos de la Virgen. Oh, qué espectáculo ante nuestros ojos – el pobre carpintero José, el pesebre, el Niño recién nacido, pañales, una madre indefensa, sin contar con las cosas de primera necesidad – ¡indicios de pobreza extrema por todas partes! ¡Pero cuanta riqueza hay en lo profundo de esta pobreza! Sólo por amor a nosotros, pecadores, el Santísimo se ha hecho pobre a sí Mismo. Pero de en medio de aquel pesebre, Él sacude al universo, revestido con pañales, rompe las ataduras del pecado. Su boca apenas emite ininteligibles sonidos, pero ya instruye a los Magos - ya los exhorta a aceptar la Fe en Él.

Acerca de Él, mucho y claramente, hablaron los profetas, como el Pastor que apacentará su rebaño; Quien en sus Brazos llevará a los pecadores como a corderos, y en su Seno los llevará (Isaías 40:11), protegerá a su rebaño (Jeremías 31:10).

Para comprender el propósito de su nacimiento en la tierra, y su actitud hacia los hombres, el Mismo Salvador, dijo: “Yo soy el Buen Pastor, quien ha venido para dar su vida por las ovejas” (S. Juan 10:11), Quien vino a buscar a la oveja perdida, que habiéndola encontrado, se regocija más por ella, que por aquellas otras que no se han descarriado (S. Mateo18:12). “Y las ovejas”, como dice el Apóstol, “le siguen, porque conocen su voz" (S. Juan 10:4).

Y a su Llamada acudieron los Apóstoles, el pequeño rebaño de los primeros cristianos, y luego una gran cantidad de mártires, los padres del desierto y las ovejas racionales, quienes buscaban al Buen Pastor. Y Él reunió a su rebaño - su Iglesia: “y habrá un sólo rebaño y un Sólo Pastor” (S. Juan 10:16). Por su Amor, Él ha establecido pastores llenos del Espíritu, semejantes a Él, y los envió por todos los confines del mundo para iluminar con la Luz del Evangelio a las naciones, que yacían en oscuridad y en sombras de muerte, para encontrar a las ovejas perdidas, instruirlas, amarlas y cuidarlas.

Y hasta ahora, el Divino Niño Jesucristo, Quien se ha encarnado hoy, es la Cabeza de su Iglesia, y desde Él, desde la Inmortal Cabeza de la Iglesia, y por todo el Cuerpo de Ella, son derramadas las potencias vivificantes de la Gracia, cuales nos alientan a la inmortalidad y la eternidad. En Ella yacen todos los santos misterios y las santas virtudes, por los cuales somos purificados y renovados; regenerados, santificados y salvados.

Y cuando comprendemos la grandeza de la Iglesia de Cristo, la Cual ante el Nombre de su Cabeza “se dobla toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra” (Filipenses 2:10), qué desconcierto, aunque santo y conmovedor, nos puede invadir por medio de las palabras del Apóstol Pablo acerca de Priscila y Aquila, y la Iglesia de su casa – “Saludad a Priscila y a Aquila, y a la Iglesia de su casa” (Romanos 16:1-6)

Por un lado – la extraordinaria grandeza de la Iglesia que es Una, Santa, Conciliar y Apostólica, y por el otro, es como si Ella pudiera caber en las estrechas dimensiones de la morada particular de Aquila y Priscila...

Esta observación del Santo Apóstol acerca de Priscila y Aquila y la Iglesia de su casa, tiene para nosotros, una enorme y divinamente revelada importancia, pues indica que la existencia de la Iglesia de Cristo no radica en su tamaño externo, ni en su grandeza terrenal, sino en aquello que, indudablemente, contenía la iglesia domestica de Priscila y Aquila, a pesar de su pequeño tamaño. En ella podían ser encontrados, la Verdadera Fe de Cristo, y la Gracia de los Santos Misterios (N del T: Sacramentos), y el consenso con la Iglesia Universal y el Ministerio Apostólico. Por consiguiente, el agua es siempre agua, ya sea en el vasto océano, o en un río, en las nubes del cielo, o en una gota de lluvia. La esencia del elemento agua es en todas partes siempre la misma.

Este concepto dado por el Apóstol Pablo en su Epístola a los Romanos, es de especial necesidad tenerlo en cuenta, cuando alguien comienza a medir la grandeza de su iglesia local o nacional, su diócesis o su parroquia de acuerdo a sus dimensiones territoriales, o cantidad de fieles, o riquezas y su esplendor externo. Para estos casos de orgullo, es bueno traer a la memoria a Priscila y Aquila, y a la iglesia de su casa.

Vivimos en tiempos, en los cuales las personas que se autodenominan como cristianos son indiferentes a las cuestiones eclesiástico-canónicas, dogmáticas y doctrinales, quienes son indiferentes a los cuestionamientos sobre quién y cómo, y qué es lo que se enseña, y a dónde ir. Lo más importante sería el templo y la cúpulas y cruces sobre él, y dentro del templo un sacerdote “rito-cumplidor”, que esté siempre dispuesto a bautizar, casar, enterrar, bendecir los hogares, de manera de que, aunque estando verdaderamente con sus cuerpos en la Verdadera Iglesia de Cristo, los corazón y las alma de estas personas no están en Ella, ni con su Cabeza (N del T: Cristo). Ha venido el tiempo, en el cual ellos han dejado la Casa de Jesucristo, para construir sus propias moradas.

Permitámonos preguntarnos, cuando nos invaden orgullosos pensamientos acerca de la grandeza de la Iglesia ¿Poseemos la indubitable fe en el Señor Jesucristo, Hijo de Dios? ¿Tenemos a Él como el Fundamento de su Iglesia, o nos inclinamos a admitir otros fundamentos diferentes? ¿Participamos de la abundante Gracia de los Santos Misterios (Sacramentos), por los cuales se lleva a cabo nuestra salvación, o, como por ejemplo, los protestantes, los desdeñamos? ¿Guardamos únicamente aquellos dogmas y cánones, aprobados por la Iglesia Universal en los Concilios Ecuménicos, o, añadimos a ellos nuestras opiniones personales y desviaciones, tal como lo hacen los católicos o protestantes, y de esta manera, los rechazamos por completo? ¿Estamos con la Administración Eclesiástica bajo la Autoridad de la Jerarquía Apostólica, o, como cismáticos y sectarios, elegimos y suministramos para nosotros mismos, pastores y maestros, quienes sólo nos alaguen el oído? He aquí, la manifestación de que una gran iglesia podría ser la iglesia de los extraviados, mientras que una pequeña Iglesia podría ser la Una y Verdadera.

La Voluntad de Dios, manifestada a nosotros por medio de la Revelación Divina de las Sagradas Escrituras y la Sagrada Tradición, consiste en la salvación del hombre a través de la Encarnación, la Cruz y la Resurrección del Hijo de Dios, Jesucristo. Regocijémonos hoy con todo nuestro ser, porque por su Natividad, ha venido la salvación al género humano.

Acudamos ahora al pesebre del Encarnado Divino Niño Jesucristo, purifiquémonos de todo pecado, tratando de ser mejores por causa de Él y de su Nombre, perdonando a quien nos haya ofendido, ayudando a los necesitados, respondiendo en el amor del Divino Niño Nacido, con la hazaña (“podvig”) del amor recíproco, para cantar junto a los ángeles:

“¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”


+ Humilde TIKHON,
Por la Gracia de Dios
Arzobispo de Omsk y Siberia,


Natividad de Cristo,

25de Diciembre / 7 de enero de 2016/2017