De
Su Eminencia Tikhon, Arzobispo de Omsk y Siberia
A
Todos los Fieles Hijos de la Iglesia Verdadero-Ortodoxa Rusa en la Patria y en
el Extranjero.
Queridos en el Señor,
Compañeros Archipastores, Honorables Pastores y Piadoso Rebaño de la Iglesia Verdadero-Ortodoxa
Rusa -
¡CRISTO
HA RESUCITADO!
En este milagroso y
alegre día festivo - el día de la Resurrección de Cristo, se hace evidente que
este regocijo se ha convertido, ahora, en gozo para todo el universo, y esta
alegría yace en que Nuestro Señor Jesucristo, a Quien los sumos sacerdotes de
los judíos han inhumanamente condenado a muerte, ha triunfado, finalmente,
sobre la crueldad e injusticia humana, y la malicia del diablo, bajo cual
liderazgo, como es sabido, fue llevada a cabo la condena a muerte de Jesucristo.
Ahora, la noche se ha apartado y ha desaparecido, la Luz de su Resurrección
resplandece sobre toda la creación.
Oh, cuan gozoso para
nuestro corazón es el triunfo de la Verdad sobre la mentira, y la hazaña (“Podvig”) de Cristo, Quien con su muerte
holló la muerte, derrocó a Satanás, destronó la tiranía del pecado, nos ha
liberado de la penosa maldición, nos ha librado de la condenación ancestral, y
al llevar a la cautividad al infierno, ha abierto al hombre, las puertas del
Paraíso.
¡Cuántos motivos de
alegría! Ahora, nosotros celebramos “la destrucción de la muerte, la aniquilación
del infierno, y las primicias de la vida eterna” (Oda VII del Canon Pascual)
¿Pero acaso son solo estos únicos motivos de alegría en el Día Radiante? No, la
Santa Iglesia en la lectura del Santo Evangelio de hoy, también nos advierte acerca
de otro razón de regocijo: “A lo suyo vino (Jesucristo), y los suyos no le
recibieron. Mas a todos los que le recibieron… les dio potestad de ser hechos
hijos de Dios” (S. Juan 1:11-12)
¡Aquello que es un profundo
y poderoso motivo de regocijo para nosotros, es tener el derecho de llamar a
Dios, Nuestro Padre! ¿Qué puede ser mayor a tan gran honor? ¡Y tal dignidad se
nos da a nosotros, quienes recibimos y creemos en el Hijo de Dios!
¡Cristo ha resucitado! Y,
de esta manera, quien cree en su Nombre, Cual es escuchado en el Evangelio, no
es un desconocido, no es un enemigo para Él, sino, mas bien, un amigo e hijo de
bendición, no un esclavo del pecado y del diablo, mas un heredero de la Vida Eterna
y coheredero con Cristo. ¡He aquí, aquello que le es concedido a todo aquel
quien cree en Él, he aquí, el Divino Don concedido a nosotros por medio de su Resurrección!
Recordemos que, nosotros,
los cristianos, somos hijos y herederos de Dios.
Recordemos, con cual
dignidad, Dios nos ha honrado, y guardémonos de perder este honor, por causa de
una vida de pecado, pues aquellos quienes pecan, aún no han aceptado a Cristo
el Señor, aunque consideren que lo hayan aceptado. Pues si ellos lo hubieran aceptado,
Él les habría dado la potestad de ser hijos de Dios, aquellos quienes son
ajenos al pecado.
El Señor ha venido para
mediar por nosotros, para llamar al difunto, al enfermo, y devolvernos a la
prístina imagen del Adán inmaculado. Por eso, tanto la Venida, como la
Providencia del Señor, por causa de nosotros, esclavos, reos y cautivos de la corrupción,
tuvieron lugar para liberarnos y hacernos vencedores sobre la muerte y el
pecado… Otra razón por la que también tuvo lugar la Venida del Señor, es para
que aun aquí, nos pueda ser concedido la vida de su Espíritu en nuestras almas.
La Resurrección de Cristo se ha convertido en vida y medicina contra las
pasiones, para aquellos, quienes creen en Él, para que vivan en Dios y den
frutos de verdad.
Recordemos especialmente
estas cosas en estos días festivos y radiantes de la Pascua del Señor.
¡Oh, radiante alegría
pascual! Especialmente para nosotros, los ortodoxos. Incluso muestras más
humildes iglesias domésticas se presentan ante nosotros, en esta sagrada,
salvífica, radiante noche de Pascua, como luminosos aposentos celestiales.
Nuestros corazones están abrumados con el dulce amor de Dios hacia el género
humano, hacia todos los seres. Quiere abrazar a todos y a todo, a todo el mundo.
Dos mil años de
existencia de la Iglesia de Cristo, y el regocijo por la noche de Resurrección
no cesa - mas aumenta, y a Ella se unen, más y más almas de los hijos de la Iglesia
triunfante, terrestre, y entre ellas, también las almas de nuestros familiares
y allegados. Y este regocijo y emoción de nuestros corazones en la Noche Pascual,
es un don de amor de Cristo Resucitado.
¡He aquí, el día de la
Resurrección! Resplandezcamos con la fiesta, perdonemos todo a causa de la Resurrección,
alegrémonos y abracémonos uno con otros – he aquí, el regocijo eterno.
¡Cristo ha resucitado,
hollando la muerte con la muerte, y otorgándole la vida a los que yacían en los
sepulcros!
¡EN
VERDAD CRISTO HA RESUCITADO!
+ Humilde
TIKHON
Por
la Gracia de Dios, Arzobispo de Omsk y Siberia,
Pascua
del Señor,
3/16
de abril de 2017,
Omsk